martes, 1 de octubre de 2013


EL CUENTO DE HADAS

Él le da un beso de buenas noches. No es un beso en la mejilla, no. Es un pico. Esta mañana le ha dicho lo guapa que estaba, cuando se ha arreglado para salir. De vez en cuando le hace una caricia, roza levemente su mano y la mira de reojo, como un niño travieso que acaba de hacer una trastada. Ella lo mira y se queda seria, como si lo hubiera pillado con las manos en la masa, y le fuera a regañar. Pero enseguida se le escapa una media sonrisa, y una mirada picarona. Él es más zalamero, ella más discreta. Pero ambos se adoran.
A veces discuten sin más, como adolescentes, por alguna tontería que después ya no recuerdan.
Ella siempre tuvo muy buena cabeza para los negocios. Él siempre fue muy bueno para ello. Demasiado corazón… Ahora, a él le falla la cabeza y a ella el corazón. Hasta en eso se hicieron cómplices.
Él, 85 años. Ella, 86. Más de 60 juntos. Mis padres. La alegría de mi vida. El cuento de hadas. Ése. El que yo quiero para mí…
P.

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