EL CUENTO
DE HADAS
Él le da un beso de buenas noches. No es
un beso en la mejilla, no. Es un pico. Esta mañana le ha dicho lo guapa que
estaba, cuando se ha arreglado para salir. De vez en cuando le hace una
caricia, roza levemente su mano y la mira de reojo, como un niño travieso que
acaba de hacer una trastada. Ella lo mira y se queda seria, como si lo hubiera
pillado con las manos en la masa, y le fuera a regañar. Pero enseguida se le
escapa una media sonrisa, y una mirada picarona. Él es más zalamero, ella más
discreta. Pero ambos se adoran.
A veces discuten sin más, como
adolescentes, por alguna tontería que después ya no recuerdan.
Ella siempre tuvo muy buena cabeza para
los negocios. Él siempre fue muy bueno para ello. Demasiado corazón… Ahora, a
él le falla la cabeza y a ella el corazón. Hasta en eso se hicieron cómplices.
Él, 85 años. Ella, 86. Más de 60 juntos.
Mis padres. La alegría de mi vida. El cuento de hadas. Ése. El que yo quiero para mí…
P.
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;-)