LE TEMPS
DES CERISES
No me
enamoré en París. Me enamoré de París. Tal vez esté todavía tan sorprendida de
mi Amor, que todavía no vino la Musa a susurrarme al oído algo que escribirle.
Palabras lo suficientemente hermosas como para creer que me esperará, acaso
encendida, por si vuelvo…
Mientras un
día esto sucede (o tal vez no), plasmaré lo que otro escribió, algún fragmento
que me haga sentir que París vive dentro de mí, ya por siempre en el infinito
de mi viaje por la Vida.
París, mi “Temps des Cerises”…
P.
“No sin
motivo se llama a París la Ciudad de la Luz. Y yo creo que es precisamente en
diciembre cuando más se merece ese nombre.
Por muy
gris que sea noviembre con toda su lluvia y esos días en los que se tiene la
sensación de que nunca se hace realmente de día, todos los años en diciembre
París se convierte en un resplandeciente mar de luz. Da la impresión de que un
hada ha volado por encima de las calles de la ciudad y ha cubierto las casas
con polvo de estrellas. Y cuando se recorre por la tarde, la ciudad decorada de
Navidad resplandece en la oscuridad como un cuento en blanco y plata.
(…) Y por
encima de todo resplandece la Torre Eiffel, el grandioso y afiligranado símbolo
de la ciudad, punto de fuga de todos los amantes que visitan París por primera
vez.”
La Sonrisa
de las Mujeres (Nicolas Barreau)
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