sábado, 5 de octubre de 2013


LE TEMPS DES CERISES

No me enamoré en París. Me enamoré de París. Tal vez esté todavía tan sorprendida de mi Amor, que todavía no vino la Musa a susurrarme al oído algo que escribirle. Palabras lo suficientemente hermosas como para creer que me esperará, acaso encendida, por si vuelvo…
Mientras un día esto sucede (o tal vez no), plasmaré lo que otro escribió, algún fragmento que me haga sentir que París vive dentro de mí, ya por siempre en el infinito de mi viaje por la Vida.
París, mi “Temps des Cerises”…

P.

“No sin motivo se llama a París la Ciudad de la Luz. Y yo creo que es precisamente en diciembre cuando más se merece ese nombre.
Por muy gris que sea noviembre con toda su lluvia y esos días en los que se tiene la sensación de que nunca se hace realmente de día, todos los años en diciembre París se convierte en un resplandeciente mar de luz. Da la impresión de que un hada ha volado por encima de las calles de la ciudad y ha cubierto las casas con polvo de estrellas. Y cuando se recorre por la tarde, la ciudad decorada de Navidad resplandece en la oscuridad como un cuento en blanco y plata.
(…) Y por encima de todo resplandece la Torre Eiffel, el grandioso y afiligranado símbolo de la ciudad, punto de fuga de todos los amantes que visitan París por primera vez.”
La Sonrisa de las Mujeres (Nicolas Barreau)

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