Nunca una sonrisa fue suficiente
Siento a veces que llegó la vejez a mi
alma
antes de sonreír lo suficiente.
Que realmente el otoño no avisa
y ya está aquí instalado,
con su tosca maleta de pasados
que mataron al presente.
Mas veo ahora que me gusta el crujir
de las hojas secas bajo mis pies
descalzos.
Siento que disfrutaré de este otoño,
aunque me pillara por sorpresa...
P.
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